martes, 1 de noviembre de 2011

CRÓNICA FINALIZADA


En busca de un cuerpo para reparar con dinero las heridas del alma



"No se haga el bobo, usted sabe que ustedes lo mataron" respondió Aura del Socorro al paramilitar, que tres días antes se había llevado a su marido con la excusa de ir a buscar unas cosas.

Ella nunca pensó que ese miércoles sería el último día que lo iba a ver. Aún recuerda que cuando salió de su casa a las seis de la mañana para dirigirse al trabajo, lo vio con sus zapatos negros, pantalón negro con rayas blancas y una camisa blanca manga larga. Aura pensaba que, como todas las noches, cuando regresara a casa lo iba a encontrar.

Sin dudarlo, aquel sábado 12 de julio de 2003 la mujer cogió sus pertenencias y junto a Luis Alfredo, su hijo menor y quien lleva el mismo nombre que su padre, abandonaron el barrio La loma, en la Comuna 13 al occidente de Medellín, con la intención de olvidar lo sucedido. Además, el miedo se apoderó de ellos, porque al momento que se dieron cuenta que Luis Alfredo no iba a regresar a causa de lo paramilitares, podrían correr la misma suerte.

"Yo estoy segura que él sabía que si se volaba a nosotros nos pasaba algo y más fácil se hizo matar él. Para mí, Luis estaba amenazado porque esos paracos venían por él en cualquier momento y él se iba de una con ellos por puro miedo" recuerda Aurora.

28 años fueron los que compartieron la niñera y el albañil hasta que el destino se interpuso. Sin embargo, lograron tener tres hijos. Fabián, Juan Camilo y Luis Alfredo Rodríguez Álvarez, de 28, 27 y 22 años respectivamente.

Tiempos de guerra

El comienzo del nuevo milenio es, tal vez, uno de los tiempos más violentos de la Comuna 13. En el año 2002 el Ejército Nacional reportó 400 muertes violentas, la cifra más alta de la ciudad. El 16 de octubre de ese año los combates que se libraron entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), el Ejército de Liberación Nacional (ELN), los Comandos Armados del Pueblo (CAP), las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y el Ejército y la Policía Nacional, luchando por tomar el control de la zona dejaron un saldo de 40 heridos, 12 muertos y 192 capturas según el Ejército Nacional. Sin embargo, de la denominada Operación Orión salieron victoriosas las fuerzas armadas estatales quienes tomaron el control del sector que alberga a 141 mil habitantes en 32 barrios diferentes.

Pero las acciones paramilitares continuaron. Tal es el caso de Luis Alfredo, quien nueve meses después de que las autoridades controlaran la zona, perdió la vida a manos de miembros de este grupo armado al margen de la ley.

Jugando con los sentimientos

Aura asegura que lo que sucedió fue gracias a la confianza que su esposo le brindó a los paramilitares. "Lo único que yo he pensado es que él les dio mucha confianza, y vea eso a donde lo llevó. Claro que con esa gente tocaba ser así, pero no tengo ni idea de porqué me lo mataron. Él no se metía con nadie".

"Mi papá estaba muy ilusionado porque el hombre que se lo llevó ese miércoles había ido a ver el terreno que él tenía en el 20 de Julio. Hasta le llegó a ofrecer 7 millones de pesos por el lote, y por eso mi papá estaba muy contento" agrega Luis Alfredo, el hijo menor, y quien se consideraba el consentido de su padre.

Nómadas por quince meses

El día que Aura decidió buscar nuevos horizontes tenía claro que no iba a ser algo fácil. "Esta casa en la que hoy vivimos era el terreno que Luis le había mostrado a ese muchacho, pero acá no había nada construido y por eso fue que no nos vinimos para acá desde un principio" comenta Aura.

El primer mes se trasladaron al barrio Encizo al centro-oriente de Medellín. Allá vivía Fabián, su hijo mayor, donde pagaba 65 mil pesos de arriendo. "Eso no es mucho, pero uno que viene de otra parte y trabajando en casas de familia es muy duro. O se pagaba arriendo o se comía. Por eso fue que decidí venirme para donde una hermana acá al 20 de Julio aunque tampoco duré mucho donde ella y me fui para donde mi otra hermana acá mismo en el barrio".

El último hogar en que vivió fue donde una cuñada. "Allá fue la última parte hasta que terminamos de construir acá. Pudimos ahorrar para levantar la casa aunque no está terminada del todo" agrega Aura.

A la casa sólo se puede llegar cruzando un callejón que queda exactamente en el sector de El chispero, en el 20 de Julio. Son unos 30 metros cuadrados de una casa construida en obra negra, pero como dice Aura "gracias a Dios no falta nada. Si no fuera por este terreno que nos dejó yo no tendría donde ir, porque la verdad a mí me da miedo volver a La loma. Yo allá tengo familia, pero es mejor vivir acá, tanto por seguridad como por los recuerdos que nos traería andar por las calles del barrio donde vivimos cuando estuvimos juntos"

Buscando un pago a lo que no tiene precio

Cinco años después de la muerte de Luis Alfredo una de las cosas que más preocupa a Aura es que todavía no han encontrado el cuerpo de su marido. "A mí me han dicho que él está enterrado en un cañaveral en una casa de La loma, pero la verdad a mí me da miedo, es más, en momentos prefiero no pensar en eso, igual ya no lo puedo recuperar" comenta.

Sin embargo, esta información sobre la posible ubicación de Luis Alfredo no está clara. Según Héctor Eduardo Moreno, coordinador de la Unidad Nacional de Justicia y Paz de Medellín, mientras no se tenga información certera de dónde está el cuerpo enterrado específicamente, la Fiscalía no puede proceder a hacer la exhumación.
La unidad de Justicia y Paz de la Presidencia de la República es la encargada de la reparación a víctimas de la violencia. Aura sólo se enteró en julio de 2008 que por la muerte de su marido podría ser indemnizada con dinero. "Una amiga mía fue la que me dijo, por lo que me fui a preguntar a La Alpujarra para saber qué procedimiento tenía que seguir. Cuando llevé a Justicia y Paz los papeles que me dijeron, me informaron que debía esperar cuatro meses más o menos para poder empezar con la investigación"
En un principio, Luis Alfredo no estaba registrado en la base de datos de Justicia y Paz, en la que aparecen las personas desaparecidas a causa de la violencia. Por esto, el procedimiento que tiene que hacer Aura para que la puedan indemnizar, según le han dicho, puede tardarle alrededor de seis años. Además, el hecho de que el cuerpo no haya sido encontrado puede demorar más el proceso.
Fanny Hinestroza, fiscal de exhumaciones del Área Metropolitana, agrega que "para hacer las exhumaciones en estas fosas comunes se necesita depurar la información que den familiares, testigos, Fiscalía y desmovilizados, por esto es que no se puede llegar a buscar cuerpos donde no se tiene seguridad que estén".
Además, el paramilitar que según Aura asesinó a Luis Alfredo ya está muerto. Seis meses después de la desaparición del albañil, el paramilitar fue citado a la terminal de buses de San Javier donde fue asesinado. "Nosotros no sabemos quien lo mató, y él sería la única persona que nos podría informar exactamente donde está mi papá" dice el menor de los hijos.
Lo que más extraño resulta para esta mujer es que su esposo no murió a causa de una de las peleas que solía sostener cuando estaba borracho con algunos de sus vecinos, y las que le dejaron una cicatriz en el lado derecho de su cara e inmóvil el dedo anular de su mano derecha, sino que desapareció por razones desconocidas para ella y a causa de una guerra que aún no logra entender, la cual, lo único que dejó para esta familia fue heridas irreparables en sus corazones.




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